CON RESPECTO A SU INTERIORIDAD, TODO HOMBRE ES UN ESPÍRITU
El que reflexiona con detenimiento puede saber que el cuerpo no piensa, puesto que es material, pero el alma sí, puesto que es espiritual. El alma del hombre, acerca de cuya inmortalidad varios hombres han escrito, es su espíritu y lo espiritual recibe lo espiritual y vive espiritualmente, lo cual es pensar y querer; por lo tanto toda la vida racional que existe en el cuerpo es del alma y nada de ello del cuerpo; porque, como queda dicho arriba, el cuerpo es material, y lo material que es lo propio del cuerpo se halla añadido y como si fuera unido al espíritu, al objeto de que el espíritu del hombre pueda conducir su vida y hacer usos y provechos en el mundo natural, cuyas cosas son todas ellas materiales, y en sí y por sí no participan de la vida. Siendo pues así, que lo material no vive, sino sólo lo espiritual, puede constar que todo cuanto vive en el hombre pertenece a su espíritu y que el cuerpo sencillamente sirve a este, del mismo modo que lo instrumental sirve a la fuerza viva que lo mueve; se dice por cierto de un instrumento que obra, que se mueve o que hiere, pero creer que esto viene del instrumento y no del que mediante el mismo obra, mueve o hiere, es una falacia. Puesto que todo cuanto en el cuerpo vive, y por la vida obra y siente, es sola y únicamente del espíritu y nada de ello del cuerpo, sigue que el espíritu es el verdadero hombre; o lo que viene a ser igual, que el hombre, en y por sí considerado, es un espíritu, y también de igual forma, porque todo cuanto vive y siente en el hombre, es de su espíritu, y nada hay en el hombre, desde de la cabeza hasta la planta de los pies, que no viva y sienta; por esto es que cuando el cuerpo se separa de su espíritu, lo cual se llama morir, el hombre continua siendo y viviendo. El hombre no puede pensar y querer a menos de que haya una base que es sustancia, por la cual y en la cual, este pensar y querer pueda verificarse; lo que se cree existir sin una base substancial, es nada. Esto podemos saber por el hecho de que el hombre no puede ver sin un órgano que es la base de su vista, ni oír sin un órgano que es la base de su sentido auricular. La vista y el oído sin estas bases son nada, ni existen. Así, también, el pensamiento, que es la vista interior, y la percepción, que es el oído interior, si no fuesen sustancias y formadas por sustancias, las cuales son las formas orgánicas, que son sus bases, tampoco existirían en manera alguna. Puede por esto constar que el espíritu del hombre también tiene forma; y que tiene una forma humana y que goza de sensorios y de sentidos cuando se halla separado del cuerpo, tanto como cuando se hallaba en él; y que todo cuanto pertenece a la vida del ojo y a la vida del oído, en una palabra, todo cuanto pertenece a la vida de los sentidos del hombre, no existe en estos por el cuerpo sino por el espíritu y existen en ellos, en los más mínimos detalles. De ahí viene que los espíritus ven, oyen y sienten tanto como los hombres, pero después de la separación del cuerpo, no en el mundo natural, sino en el espiritual; que el espíritu siente de una manera natural mientras que está en el cuerpo, es a causa de lo material que lleva añadido, pero no obstante, piensa, siente y quiere entonces también de una manera espiritual. Voy a referir cierto arcano, tocante a los ángeles de los tres cielos, cuyo secreto hasta ahora no ha venido a la mente de nadie, por no haber comprendido los grados, es decir que en cada ángel y en cada hombre también hay un grado íntimo o supremo, o sea algo sumo íntimo y supremo en lo cual lo Divino del Señor influye más directamente, desde lo cual dispone las demás cosas interiores, las cuales se siguen en él con arreglo a los grados del orden. Este algo, sumo íntimo o supremo, puede llamarse la entrada del Señor en el hombre y en el ángel, y también su propia morada en ellos; por este íntimo y supremo el hombre es hombre y se distingue del bruto, porque este no tiene aquello; de aquí viene que el hombre, con diferencia del animal, puede, con respeto a sus cosas interiores, que son las de su mente y su alma, ser elevado por el Señor hacia Él, puede creer en Él, sentir amor por Él, y de esta manera ver a Él, y puede recibir entendimiento y sabiduría y hablar mediante la razón; de allí viene también el que puede vivir eternamente. Pero lo que el Señor en aquel íntimo o supremo dispone o provee, no influye de una manera apreciable en la percepción de ángel alguno, puesto que esto está por encima de su pensar y excede su sabiduría. Que el hombre, en cuanto a su interior es un espíritu me ha sido dado a saber por mucha experiencia, toda la cual, si fuera referida, llenaría como se dice pergaminos. He hablado con espíritus como espíritu y he hablado con ellos como hombre en el cuerpo, y cuando he hablado con ellos como espíritu no han sabido sino que yo fuera un espíritu, y también en forma humana como ellos; así han aparecido ante ellos mis interiores, puesto que al hablar con ellos como espíritu no ha aparecido mi cuerpo material.
A esto es permitido añadir que todo hombre, aún mientras vive en el cuerpo, se halla, en cuanto a su espíritu, en compañía de espíritus por más que lo ignora; el bueno se halla mediante ellos, en una sociedad angelical, el malo en una sociedad infernal, y que entran en esta misma sociedad después de la muerte. Esto se ha dicho y se ha demostrado con frecuencia a los que después de la muerte vienen entre los espíritus. Bien es cierto que el hombre no aparece en esta sociedad como espíritu mientras que vive en el mundo, por la causa de que entonces piensa de una manera natural, pero los que piensan de una manera abstracta del cuerpo, estando entonces en el espíritu, aparecen a veces en su sociedad, y cuando aparecen se distinguen fácilmente de los espíritus que están allí, porque andan meditabundos, guardando silencio, y no miran a los demás; parecen no verlos y tan pronto como algún espíritu les dirige la palabra desaparecen.
Como ilustración de que el hombre en cuanto a sus interiores es un espíritu, referiré por experiencia de que manera el hombre se separa del cuerpo y la manera en que es transportado por el espíritu de un lugar a otro lugar. En cuanto a lo primero, es decir a ser separado del cuerpo, se verifica así: el hombre es introducido en cierto estado, intermedio, entre sueño y vigilia, y cuando se halla en este estado no puede saber sino que se halla completamente despierto; todos los sentidos están tan despiertos, como en la más completa vigilia del cuerpo; tanto la vista como el oído, y lo que es extraño, el tacto, el cual entonces es más exquisito que nunca, puede ser en la vigilia del cuerpo; en este estado he visto espíritus y ángeles de la manera más viva, les he oído también y, cosa extraña, les he palpado, y entonces casi nada del cuerpo ha estado presente. Este es el estado del cual, se dice "estar apartado del cuerpo y que no se sabe si se está en el cuerpo o fuera del cuerpo." En este estado he sido introducido dos o tres veces solamente y con el mero fin de que supiese como es, y que los espíritus y los ángeles gozan de todos los sentidos, y también el hombre cuando se halla apartado del cuerpo. Con respecto a lo otro (es decir), ser llevado por el espíritu a otro lugar, me ha sido manifestado mediante viva experiencia lo que es, y como se verifica, pero sólo dos o tres veces. Referiré una sola experiencia; andando por las calles de una ciudad y por campos y simultáneamente en conversación con espíritus, no sabía sino que fuera tan despierto y tanto en posesión del uso de la vista como en otras ocasiones; así caminaba sin vacilar, y entretanto tenía una visión, observando árboles, ríos, palacios, casas, hombres y varias cosas; pero después de andar así durante varias horas me hallé de repente en la vista del cuerpo, viendo que me encontraba en otro lugar. Altamente sorprendido por esto, advertí que me había hallado en igual estado que aquellos de quienes se dice que fueron "llevados por el espíritu a otro lugar": porque mientras dura no se fija uno en el camino, aun cuando fuese de varias millas, tampoco se fija uno en el tiempo, aunque fuera de varias horas o días; ni siente uno cansancio. Entonces es uno también llevado por caminos, por él desconocidos, sin equivocación hasta el lugar designado. Pero estos dos estados del hombre, los cuales son sus estados cuando se halla en sus interiores, o lo que es lo mismo, cuando se halla en su espíritu, son extraordinarios, habiéndome sido manifestados con el solo fin de conocer como son, puesto que son conocidos en la iglesia; pero hablar con espíritus y estar con ellos como uno de ellos, me ha sido concedido hasta en plena vigilia del cuerpo, y esto ahora durante muchos años. Que el hombre es un espíritu con respecto a sus interiores, quiere decir que lo es, en cuanto a las cosas que pertenecen a su pensamiento y voluntad, puesto que estos son las cosas interiores mismas, las cuales hacen que el hombre es hombre y tal hombre cual es con respecto a ellas.
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