HECHOS, NO FANTASÍAS
Pregunta: Usted dice que todo cuanto ve es usted mismo. También admite que usted
ve el mundo como lo vemos nosotros. Aquí está el periódico de hoy con todos los
horrores que están sucediendo. Puesto que el mundo es usted mismo, ¿cómo
puede explicar este desastre?
Maharaj: ¿En qué mundo está pensando?
P: En nuestro mundo común, en el que vivimos.
M: ¿Está usted seguro de que vivimos en el mismo mundo? No me refiero a la
naturaleza, el mar y la tierra, las plantas y los animales. Ellos no son el
problema, ni tampoco el espacio sin fin, el tiempo infinito, el poder inagotable.
No se deje engañar porque me vea comer y fumar, leer y hablar. Mi mente no
está aquí, mi vida no está aquí. El mundo de usted, hecho de deseos y de las
satisfacciones de esos deseos, de miedos y de sus consiguientes escapes,
definitivamente no es mi mundo. Ni siquiera lo percibo, excepto a través de lo
que usted me cuenta de él. Es su mundo privado de ensueño, y mi única reacción
ante eso es pedirle que deje de soñar.
P: Sin duda, las guerras y las revoluciones no son sueños. Las madres enfermas y los
niños muriéndose de hambre no son sueños. La riqueza, mal ganada y mal
usada, no es un sueño.
M: ¿Qué son, si no?
P: Un sueño no se puede compartir.
M: Ni tampoco el estado de vigilia. Los tres estados (vigilia, soñar y dormir) son
subjetivos, personales e íntimos. Todos ocurren y todos están contenidos en la
pequeña burbuja que hay en la consciencia, llamada «yo». El mundo real está
más allá del yo.
P: Yo o no yo, los hechos son reales.
M: ¡Claro que son reales! Vivo entre ellos. Pero usted vive con fantasías, no con
hechos. Los hechos nunca chocan entre sí, mientras que su vida y su mundo
están llenos de contradicciones. La contradicción es la señal de lo falso; lo real
nunca se contradice a sí mismo.
Por ejemplo, se queja de que la gente es terriblemente pobre. Sin embargo no
comparte con ellos lo que tiene. Se preocupa de la guerra en el país de al lado,
pero apenas si piensa en ello cuando ocurre en un país lejano. Las variaciones de
su ego son las que deciden sus valores; el «yo pienso», «yo quiero», «yo debo»
se convierten en absolutos.
P: Pero el mal es real.
M: No más real de lo que es usted. El mal radica en el enfoque incorrecto de los
problemas creados por la incomprensión y el abuso. Es un círculo vicioso.
P: ¿Puede romperse ese círculo?
M: Un círculo falso no necesita romperse. Basta con verlo tal cual es: no-existente.
P: Es lo bastante real como para vencernos y crear miserias y atrocidades.
M: La demencia es universal. La cordura es poco frecuente. Sin embargo, hay
esperanza, puesto que en el momento en que percibimos nuestra demencia,
estamos en el camino hacia la cordura. Esta es la función del Gurú: hacernos ver
la locura de nuestro vivir cotidiano. La vida nos hace conscientes, el maestro nos
da conciencia.
P: Señor, usted no es el primero ni el último. Desde tiempos inmemoriales
determinadas personas han estado irrumpiendo en la realidad. Sin embargo,
¡qué poco han influido en nuestras vidas! Los Ramas y los Krishnas, los
Buddhas y los Cristos han ido y venido y nosotros estamos como estamos,
revoleándonos en sudor y lágrimas. ¿Qué han hecho los grandes seres, de cuyas
vidas fuimos testigos? ¿Qué ha hecho usted, señor, para aliviar la carga del
mundo?
M: Sólo usted puede deshacer el mal que usted mismo ha creado, y en cuya raíz está
su egoísmo insensible. Ponga primero su casa en orden y entonces verá que su
tarea ya está cumplida.
P: Los hombres de sabiduría y amor que nos precedieron hallaron la verdad, a veces
a un coste tremendo. ¿Cuál fue el resultado? Una estrella fugaz, por brillante
que sea, no hace la noche menos oscura.
M: Para juzgarlos a ellos y sus tareas debe usted convertirse en uno de ellos. Una rana
en el fondo de un pozo no sabe nada de los pájaros que vuelan en el cielo.
P: ¿Quiere usted decir que no hay barrera entre el bien y el mal?
M: No hay barrera porque no hay bien ni mal. En cada situación concreta sólo existe
lo necesario y lo innecesario. Lo necesario es correcto, lo innecesario es
incorrecto.
P: ¿Quién lo decide?
M: Lo decide la situación. Cada situación es un desafío que exige la respuesta
correcta. Cuando la respuesta es correcta, el desafío se logra y el problema deja
de existir. Si la respuesta es incorrecta, el desafío no se logra y el problema
queda sin resolver. Lo que constituye el karma de usted son todos sus problemas
no resueltos. Resuélvalos correctamente y sea libre.
P: Parece que usted siempre me hace retroceder hacia mí mismo. ¿No hay solución
objetiva a los problemas del mundo?
M: Los problemas del mundo fueron creados por innumerables personas como usted,
cada una de ellas llena de sus propios deseos y miedos. ¿Quién, salvo usted
mismo, puede liberarle de su pasado, personal y social? ¿Y cómo lo haría usted a
menos que vea la urgente necesidad de liberarse de los anhelos nacidos de la
ilusión? ¿Cómo puede ayudar verdaderamente mientras sea usted quien necesita
ayuda?
P: ¿De qué forma ayudaron los antiguos sabios? ¿De qué forma ayuda usted? Unos
pocos individuos se benefician, no hay duda; el ejemplo y la guía de usted puede
que signifique mucho para ellos: ¿pero de qué modo influye usted en la
humanidad, en la totalidad de la vida y la consciencia? Usted dice que es el
mundo y que el mundo es usted: ¿qué impacto ha causado usted en el mundo?
M: ¿Qué tipo de impacto espera usted?
P: El hombre es estúpido, egoísta, cruel.
M: El hombre también es sabio, afectuoso y bondadoso.
P: ¿Por qué no prevalece la bondad?
M: En mi mundo real, prevalece. En mi mundo, incluso lo que usted llama el mal es
el siervo del bien y por lo tanto, necesario. Es como las erupciones en la piel y
las fiebres, que limpian el cuerpo de impurezas. La enfermedad es dolorosa,
incluso peligrosa, pero si se trata adecuadamente, sana.
P: O mata.
M: En algunos casos la muerte es la mejor cura. La vida puede ser peor que la muerte,
que con raras excepciones, no es una experiencia desagradable, sean cuales sean
las apariencias. Por lo tanto, compadezca a los vivos, no a los muertos. Este
problema del las cosas buenas y malas en sí mismas, no existe en mi mundo. Lo
necesario es bueno y lo innecesario es malo. En su mundo lo placentero es
bueno y lo doloroso es malo.
P: ¿Qué es lo necesario?
M: Crecer es necesario. Crecer todavía más es necesario. Dejar atrás lo bueno para
lograr lo mejor es necesario.
P: ¿Con qué fin?
M: El fin está en el principio. Usted acaba donde empieza: en lo Absoluto.
P: Entonces, ¿para qué toda esta molestia? ¿Para volver adonde empecé?
M: ¿De quién es la molestia? ¿Qué molestia? ¿Compadece usted a la semilla que
debe crecer y multiplicarse hasta convertirse en un frondoso bosque? ¿Mata
usted a un niño para salvarle de la molestia de vivir? ¿Qué hay de malo en la
vida, que hay de malo en que haya cada vez más vida? Elimine los obstáculos al
crecimiento y todos sus problemas personales, sociales, económicos y políticos
simplemente se disolverán. El universo, como un todo, es perfecto y el anhelo de
la parte por lograr la perfección es un camino de gozo. Sacrifique
voluntariamente lo imperfecto a lo perfecto y ya no habrá más discusión sobre lo
bueno y lo malo.
P: Sin embargo, tenemos miedo de lo mejor y nos aferramos a lo peor.
M: Esa es nuestra estupidez, que raya en la demencia.
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