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Foto del escritorAmenhotep VII

La Comprensión de los Misterios del Tao - Wen-Tzu (Segunda Parte)



Lao Tse dijo:

Una inundación no dura más de tres días, una tormenta no dura más de un día y

acaba en un momento. Quienes no han desarrollado ninguna virtud y no les preocupa

este hecho, no van a ningún lado. Preocuparse es un camino de éxito, el placer es un

camino de pérdida. Por ello, la persona capaz hace de la debilidad fuerza y cambia la

calamidad en fortuna. El Camino es armonía sin obstáculos y su utilización nunca puede

ser agotada.


Lao Tse dijo:

La clara serenidad y la alegre armonía constituyen la esencia humana; las pautas

comunes y las líneas directrices regulan los asuntos. Cuando se conoce la

esencia humana, uno se desarrolla de manera espontánea sin violarla; cuando se sabe

cómo regular los asuntos, las propias acciones no son caóticas.

Proporcionar una orden que se dispersa sin cesar, unificando todo a través del

órgano, a esto se llama corazón. Ver la raíz y con ello conocer las ramas, atenerse a lo

uno y con ello responder a lo múltiple, a esto se llama arte. Conocer la razón por la que

estás viviendo donde estás, saber adonde vas cuando vas a algún lado, saber de lo que

dependes cuando trabajas, y saber dónde detenerse cuando actúas, a esto se llama el

Camino.

Lo que hace que otros te elogien y alaben como espíritu elevado y sabio es poder

mental. Lo que hace que otros te desprecien y te rechacen es error mental. Cuando las

palabras han salido de la boca, no puede retenerse en los demás. No puede impedirse

que las acciones que fueron iniciadas al alcance de la mano lleguen lejos.

Las obras son arduas de realizar y fáciles de frustrar; la fama es difícil de ganar y

fácil de ser olvidada. Todas las personas ordinarias ponen de relieve las pequeñas

injurias y descuidan las cosas sutiles, hasta que llegan a los grandes problemas. Cuando

llega el desastre, son las mismas personas quienes lo han producido. Cuando llega la

fortuna, son las mismas personas quienes la perfeccionan.

La desgracia y la fortuna llegan por la misma puerta, el beneficio y la pérdida

pertenecen al mismo vecindario. A menos que uno esté completamente claro, no es

posible distinguirlas. El conocimiento y el pensamiento son la puerta de la calamidad y

de la fortuna, la actividad y la calma son el pivote de la ganancia y de la pérdida. Es

imperativo vigilar atentamente.


Lao Tse dijo:

Todo el mundo conoce los efectos del orden y del caos, pero nadie conoce los

medios de preservar la totalidad de la vida. Por ello, los sabios estudian la sociedad y

trabajan por ella; evalúan lo que hacen y lo planean.

Los sabios pueden ser pasivos y pueden ser activos; pueden ser flexibles y pueden ser firmes; pueden ser complacientes y pueden ser enérgicos. Activos o pasivos conforme a la ocasión, establecen las obras conforme a los recursos.

Viendo cómo van las cosas, saben cómo acabarán. Trabajan por la totalidad,

pero observan sus transformaciones: cuando se produce un cambio, adoptan formas en

función del mismo. Y cuando hay movimiento, responden a él. De esta manera,

actuando así durante toda su vida, no son detenidos por nada.

Así pues, existen cosas acerca de las que es correcto hablar pero no hacer,

existen cosas que es correcto hacer pero no hablar de ellas. Existen cosas que son fáciles

de hacer pero difíciles de completar, y existen cosas que son difíciles de perfeccionar y

fáciles de arruinar.

Algo que es correcto hacer pero sobre lo que no es correcto hablar es hacer una

elección. Algo sobre lo que es correcto hablar pero que no es correcto hacer es planear

un engaño. Algo que es fácil de hacer pero arduo de completar es trabajar. Algo que es

arduo de perfeccionar pero fácil de arruinar es la reputación. Estas cuatro cosas son

objetos de la atención de los sabios, son vistas únicamente por los iluminados.


Lao Tse dijo:

El Camino implica respeto por lo que es pequeño y sutil, y actúa sin perder el

justo ritmo.

Redobla tu cautela incluso a la centésima ocasión y no aumentarán los problemas.

Planear la fortuna no es suficiente; preocuparse de la calamidad es excesivo.

De entre aquellos sobre los que ha caído la helada el mismo día, quienes estaban

a cubierto no sufren daño. Cuando los ignorantes están equipados, tienen tanto éxito

como los eruditos.

El amor acumulado se convierte en buena fortuna, el odio acumulado se convierte en desgracia.

Todo el mundo sabe cómo ayudar en un problema, pero nadie sabe cómo evitar que surja el problema.

Es fácil hacer que no surja el problema, arduo actuar útilmente en el mismo. Las personas de hoy día no

se esfuerzan por que no surja el problema, se esfuerzan en ayudar cuando ha surgido. Incluso los sabios

no pueden inventar un plan para ellos.

Existen millones de causas de problemas y calamidad, más allá de cualquier

posibilidad de comparación. Los sabios viven inaccesiblemente para evitar los

problemas, esperando la ocasión en calma y en silencio.

Las personas de miras estrechas, que no conocen la puerta de la calamidad y de

la fortuna, son susceptibles de caer en problemas cuando actúan; aunque tomen

precauciones elaboradas, no es suficiente para mantenerlas a salvo.

Por ello, los caballeros de más alto rango evitan primero el problema y sólo después

buscan la ventaja;primero se mantienen apartados de la desgracia y sólo después buscan la fama.

Por consiguiente, los sabios siempre trabajan en lo que no tiene forma afuera y

no mantienen sus mentes en lo que ha cobrado forma adentro. De esta manera, la

calamidad y los problemas no tienen manera de alcanzarlos, y ni el rechazo ni la

aclamación pueden salpicarlos.


Lao Tse dijo:

A lo largo de toda la vida humana, la atención debe ser minuciosa, mientras que

la aspiración debe ser grande; el conocimiento debe ser rotundo, mientras que la acción

debe ser recta; las capacidades deben ser muchas, mientras que las preocupaciones

deben ser pocas.

La minuciosidad de la atención significa considerar los problemas antes de que

surjan, poniéndose a salvo de la calamidad fijando la atención en las cosas pequeñas y

sutiles, no arriesgándose a caer en una actitud indulgente con los propios deseos.

La grandeza de la aspiración significa aceptar miríadas de naciones y unificar

igualitariamente diferentes maneras de vivir, siendo un eje en el centro de una serie de

juicios sobre lo correcto y lo equivocado.

La rotundidad del conocimiento significa que éste no tenga principio ni fin, sino

que fluye lejos en todas las direcciones, brotando inagotablemente de una fuente

profunda.

La justicia de la acción significa mantenerse inconmoviblemente honrado, permanecer

puro y sin mancha, mantener el autocontrol en las dificultades extremas, y retenerse de

la autocomplacencia cuando se tiene éxito.

Tener muchas capacidades significa ser competente, tanto en la cultura como en

la defensa, y hacer precisamente lo que es justo en términos de tu propia conducta en la

acción y en el reposo, en lo que tomas y en lo que dejas de lado, en lo que dispensas y

en lo que eriges.

Tener pocas preocupaciones significa captar lo que es esencial para comprender lo múltiple,

atenerse a lo mínimo para gobernar lo máximo, vivir tranquilamente para mantener la actividad.

Así, quienes ejercen una atención minuciosa controlan con sutilidad, aquellos

cuya aspiración es grande toman todo a pecho, aquellos que poseen un conocimiento

rotundo conocen todas las cosas, quienes actúan justamente hacen todas las cosas,

aquellos que tienen muchas capacidades lo dominan todo, y aquellos cuyas

preocupaciones son pocas minimizan lo que mantienen.

Por ello, la actitud de los sabios hacia lo bueno es que nada es demasiado

pequeño de hacer; y su actitud hacia el error es que nada es demasiado pequeño para

corregir. No utilizan a los adivinos para informarse de sus acciones, aunque espectros y

espíritus no se arriesguen a seguir adelante; a esto puede llamarse lo más válido. Sin

embargo, son extremamente cautelosos y están alerta, siendo cuidadosos con cada día

de manera cotidiana. Así es como alcanzan la unidad espontánea.

El conocimiento de la gente ordinaria es desde luego pequeño, pero las cosas que hacen son muchas. Por ello, sus acciones eventualmente mueren. Por tanto, es fácil aumentar la tendencia de los acontecimientos con educación correcta, y esto inevitablemente tiene éxito, mientras que es arduo aumentar la tendencia de los acontecimientos con educación errónea, y esto inevitablemente fracasa.

Abandonar lo que es de éxito fácil y seguro, y emprender lo que es arduo y de seguro fracaso, es la acción de la ignorancia y de la confusión.


Lao Tse dijo:

Los principios de la fortuna son sutiles, los orígenes de la calamidad son

confusos. Los factores determinantes de la calamidad y de la fortuna son sutiles hasta el

punto de ser imperceptibles. Los sabios ven sus principios y finales, así deben ser

observados sin falta.

Las recompensas y los castigos dispensados por los gobernantes iluminados no

son por lo que la gente ha hecho por los gobernantes mismos, sino por lo que ha hecho

por el país. No conceden recompensas a quienes complacen a los mismos gobernantes,

pero no hacen nada por el país; no imponen castigos a quienes ofenden a los mismos

gobernantes, pero son útiles para el país.

Por ello, cuando la justicia y el deber reposan en lo que es apropiado, a alguien que encarna esto se le llama persona ejemplar. A quienes descuidan la justicia y el deber apropiados se les llama personas miserables.

El conocimiento penetrante logra su objetivo sin fatiga, el conocimiento que

viene a continuación trabaja sin sufrimiento. Los conocimientos inferiores sufren y se

fatigan.

La gente de antaño era sensible pero no posesiva. La gente de hoy día es

posesiva pero no sensible. Cuando un antiguo tirano tuvo palillos para comer hechos de

marfil, un hombre noble se lamentó; cuando los aristócratas de Lu fueron enterrados

junto a estatuas, el erudito Confucio exhaló un suspiro. Viendo dónde había empezado

todo, sabían dónde acabaría.


Lao Tse dijo:

La benevolencia es algo que el pueblo admira, el deber es algo que el pueblo

estima. Cuando aquellos a los que el pueblo admira y estima pierden sus vidas y sus

países, es porque no comprendieron los tiempos. Así pues, quienes conocen la

benevolencia y la obligación pero no conocen la estrategia apropiada al tiempo no

alcanzan el Camino.

Los Cinco Señores de la alta antigüedad valoraban la virtud. Los Tres Augustos

Jefes de la antigüedad media practicaban la justicia. Los Cinco Hegemónicos de la

antigua antigüedad empleaban el poder. Ahora bien, tomar el Camino de los señores e

intentar aplicarlo al tiempo de los hegemónicos no sería el Camino.

Por ello, lo bueno y lo malo es lo mismo en el sentido de que el rechazo y el

halago dependen de las tendencias convencionales; las acciones son iguales en el

sentido de que oposición y armonía dependen de la época.

Cuando sabes lo que hace la Naturaleza y conoces cómo actúa la gente, tienes

los medios de atravesar el mundo. Si conoces la Naturaleza pero no conoces a la gente,

no tienes entonces modo alguno de interactuar con la sociedad. Si conoces a la gente

pero no conoces a la Naturaleza, no tienes modo alguno de viajar a lo largo del Camino.

Si diriges tu intención directamente a lo que es cómodo, los inexorables y

poderosos te robarán; si utilizas tu cuerpo para trabajar por cosas, el yin y el yang te

devorarán.

Las personas que han alcanzado el Camino cambian externamente pero no

cambian internamente. El cambio externo es la manera mediante la que conocen a las

demás personas; el no cambio interno es la manera mediante la que se preservan a sí

mismos.

Por ello, si posees un control interno estable, al tiempo que eres capaz de

contraerte y expandirte externamente, fluyendo con las cosas, puedes evitar el fracaso

en todo lo que emprendas.

Lo que se estima en el Camino es la capacidad de cambiar. Si te mantienes en una sola

disciplina y llevas a cabo una sola actividad, aunque alcances con ello la realización,

aun esto no es algo diferente de bloquear el gran Camino aferrándote a la pequeña

preferencia.

El Camino es silencioso, porque está vacío; no implica actuar sobre los demás y

no implica actuar sobre uno mismo. Por ello, cuando sigues el Camino al emprender

algo, éste no es el hacer del Camino, es la aplicación del Camino.

Lo que encierra el cielo y la tierra es iluminado por el sol y la luna, calentado

por el yin y el yang, humedecido por la lluvia y el rocío, y sostenido por el Camino y la

virtud, todo es la misma única armonía.

Por tanto, quienes pueden llevar el cielo pueden caminar por la tierra; quienes

reflejan absoluta pureza ven gran claridad. Quienes establecen gran paz viven en una

vasta morada; quienes pueden vagar en la más profunda oscuridad tienen la misma luz

que el sol y la luna, sin forma y, sin embargo, produciendo formas.

Por tanto, las verdaderas personas dejan descansar sus esperanzas en la base de

la atención, y hacen su morada en el principio de las cosas. Miran dentro de la más

profunda oscuridad y escuchan el silencio. En medio de la más profunda oscuridad

solitaria encuentran luz; sólo en medio del silencio esencial encuentran la iluminación.

El uso que hacen de ellas es un no uso; sólo después del no uso son capaces de

utilizarlas. El conocimiento que tienen de ellas es un no conocimiento; sólo después del

no conocimiento son capaces de conocerlas.

El Camino es lo que siguen los seres, la virtud es lo que la vida sostiene. La

humanidad es una prueba de caridad acumulada, la justicia es lo que está cerca del

corazón y se armoniza con lo que es adecuado para la comunidad. Cuando desaparece el

Camino, surge la virtud; cuando decae la virtud, aparecen la humanidad y la justicia.

Por ello, la gente de la muy remota antigüedad caminaba por el Camino y no por la

virtud; la gente de la antigüedad media conservaba la virtud pero no el sentimiento;

mientras que la gente de los últimos tiempos era precavida y cuidadosa para no perder la

humanidad y la justicia.

Así pues, sucede que sin justicia superior la gente no tiene modo alguno de vivir;

si pierden la justicia, pierden aquello por lo que están viviendo. Sin provecho, las

personas ordinarias no tienen una manera de vivir; si pierden el provecho, pierden su

manera de vivir. Por ello, las personas superiores temen la pérdida de la justicia,

mientras que las personas ordinarias temen la pérdida del provecho. Observa lo que

temen, y podrás ver la diferencia entre lo que es desastroso y lo que es afortunado para

ellos.


Lao Tse dijo:

Los sabios cubren todo como el cielo, llevan todo como la tierra, y brillan sobre

todas las cosas como el sol y la luna. Aportan armonía como el yin y el yang, y estimulan el desarrollo como las cuatro estaciones. Aceptan a todos los seres sin ser los

mismos. Para ellos no hay nada viejo, nada nuevo, nada remoto, nada familiar.

Para quienes pueden emular a la Naturaleza, el cielo no tiene únicamente una estación, la tierra no tiene únicamente un material, y la gente no tiene únicamente una tarea. Por esto es por lo que hay muchas clases de trabajo y muchos tipos de intereses.

Así, sucede que quienes despliegan ejércitos pueden ser irreflexivos o pueden

ser concienzudos, pueden ser codiciosos o pueden ser moderados. Estas cosas son

contradictorias y no pueden ser unificadas. Los irreflexivos quieren actuar, los

concienzudos quieren detenerse; los codiciosos quieren tomar, los moderados carecen

de inclinaciones por aquello que no les pertenece.

Por consiguiente, puede hacerse que los valientes avancen en medio de la

batalla, pero no puede hacerse que se mantengan firmes. Puede hacerse que los concienzudos mantengan la seguridad, pero no puede hacerse que se contengan ante un

enemigo. Puede hacerse que los codiciosos ataquen y se dediquen al pillaje, pero no

puede hacerse que repartan el botín. Puede hacerse que los modestos se mantengan en

su lugar, pero no puede hacerse que saqueen agresivamente. Puede hacerse que las

personas honradas mantengan sus promesas, pero no puede hacerse que se adapten a los

cambios. Estas cinco clases de personas son empleadas juntas por los sabios y utilizadas

de acuerdo con sus capacidades.

El cielo y la tierra no abarcan únicamente a un ser, el yin y el yang no producen

únicamente una especie. Así pues, porque un océano no rechaza el agua que desemboca

en él es por lo que es tan inmenso; por el hecho de que una montaña de madera no

rechaza lo curvado y torcido es por lo que llega a ser tan alta. Los sabios no rechazan ni

siquiera las palabras de aquellos que portan leña, y así amplían su reputación.

Si te mantienes en un rincón y descuidas la multitud de aspectos de la totalidad,

si tomas una cosa y descartas el resto, lo que lograrás entonces será poco y lo que

dominarás será superficial.


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