Lao Tse dijo:
Una inundación no dura más de tres días, una tormenta no dura más de un día y
acaba en un momento. Quienes no han desarrollado ninguna virtud y no les preocupa
este hecho, no van a ningún lado. Preocuparse es un camino de éxito, el placer es un
camino de pérdida. Por ello, la persona capaz hace de la debilidad fuerza y cambia la
calamidad en fortuna. El Camino es armonía sin obstáculos y su utilización nunca puede
ser agotada.
Lao Tse dijo:
La clara serenidad y la alegre armonía constituyen la esencia humana; las pautas
comunes y las líneas directrices regulan los asuntos. Cuando se conoce la
esencia humana, uno se desarrolla de manera espontánea sin violarla; cuando se sabe
cómo regular los asuntos, las propias acciones no son caóticas.
Proporcionar una orden que se dispersa sin cesar, unificando todo a través del
órgano, a esto se llama corazón. Ver la raíz y con ello conocer las ramas, atenerse a lo
uno y con ello responder a lo múltiple, a esto se llama arte. Conocer la razón por la que
estás viviendo donde estás, saber adonde vas cuando vas a algún lado, saber de lo que
dependes cuando trabajas, y saber dónde detenerse cuando actúas, a esto se llama el
Camino.
Lo que hace que otros te elogien y alaben como espíritu elevado y sabio es poder
mental. Lo que hace que otros te desprecien y te rechacen es error mental. Cuando las
palabras han salido de la boca, no puede retenerse en los demás. No puede impedirse
que las acciones que fueron iniciadas al alcance de la mano lleguen lejos.
Las obras son arduas de realizar y fáciles de frustrar; la fama es difícil de ganar y
fácil de ser olvidada. Todas las personas ordinarias ponen de relieve las pequeñas
injurias y descuidan las cosas sutiles, hasta que llegan a los grandes problemas. Cuando
llega el desastre, son las mismas personas quienes lo han producido. Cuando llega la
fortuna, son las mismas personas quienes la perfeccionan.
La desgracia y la fortuna llegan por la misma puerta, el beneficio y la pérdida
pertenecen al mismo vecindario. A menos que uno esté completamente claro, no es
posible distinguirlas. El conocimiento y el pensamiento son la puerta de la calamidad y
de la fortuna, la actividad y la calma son el pivote de la ganancia y de la pérdida. Es
imperativo vigilar atentamente.
Lao Tse dijo:
Todo el mundo conoce los efectos del orden y del caos, pero nadie conoce los
medios de preservar la totalidad de la vida. Por ello, los sabios estudian la sociedad y
trabajan por ella; evalúan lo que hacen y lo planean.
Los sabios pueden ser pasivos y pueden ser activos; pueden ser flexibles y pueden ser firmes; pueden ser complacientes y pueden ser enérgicos. Activos o pasivos conforme a la ocasión, establecen las obras conforme a los recursos.
Viendo cómo van las cosas, saben cómo acabarán. Trabajan por la totalidad,
pero observan sus transformaciones: cuando se produce un cambio, adoptan formas en
función del mismo. Y cuando hay movimiento, responden a él. De esta manera,
actuando así durante toda su vida, no son detenidos por nada.
Así pues, existen cosas acerca de las que es correcto hablar pero no hacer,
existen cosas que es correcto hacer pero no hablar de ellas. Existen cosas que son fáciles
de hacer pero difíciles de completar, y existen cosas que son difíciles de perfeccionar y
fáciles de arruinar.
Algo que es correcto hacer pero sobre lo que no es correcto hablar es hacer una
elección. Algo sobre lo que es correcto hablar pero que no es correcto hacer es planear
un engaño. Algo que es fácil de hacer pero arduo de completar es trabajar. Algo que es
arduo de perfeccionar pero fácil de arruinar es la reputación. Estas cuatro cosas son
objetos de la atención de los sabios, son vistas únicamente por los iluminados.
Lao Tse dijo:
El Camino implica respeto por lo que es pequeño y sutil, y actúa sin perder el
justo ritmo.
Redobla tu cautela incluso a la centésima ocasión y no aumentarán los problemas.
Planear la fortuna no es suficiente; preocuparse de la calamidad es excesivo.
De entre aquellos sobre los que ha caído la helada el mismo día, quienes estaban
a cubierto no sufren daño. Cuando los ignorantes están equipados, tienen tanto éxito
como los eruditos.
El amor acumulado se convierte en buena fortuna, el odio acumulado se convierte en desgracia.
Todo el mundo sabe cómo ayudar en un problema, pero nadie sabe cómo evitar que surja el problema.
Es fácil hacer que no surja el problema, arduo actuar útilmente en el mismo. Las personas de hoy día no
se esfuerzan por que no surja el problema, se esfuerzan en ayudar cuando ha surgido. Incluso los sabios
no pueden inventar un plan para ellos.
Existen millones de causas de problemas y calamidad, más allá de cualquier
posibilidad de comparación. Los sabios viven inaccesiblemente para evitar los
problemas, esperando la ocasión en calma y en silencio.
Las personas de miras estrechas, que no conocen la puerta de la calamidad y de
la fortuna, son susceptibles de caer en problemas cuando actúan; aunque tomen
precauciones elaboradas, no es suficiente para mantenerlas a salvo.
Por ello, los caballeros de más alto rango evitan primero el problema y sólo después
buscan la ventaja;primero se mantienen apartados de la desgracia y sólo después buscan la fama.
Por consiguiente, los sabios siempre trabajan en lo que no tiene forma afuera y
no mantienen sus mentes en lo que ha cobrado forma adentro. De esta manera, la
calamidad y los problemas no tienen manera de alcanzarlos, y ni el rechazo ni la
aclamación pueden salpicarlos.
Lao Tse dijo:
A lo largo de toda la vida humana, la atención debe ser minuciosa, mientras que
la aspiración debe ser grande; el conocimiento debe ser rotundo, mientras que la acción
debe ser recta; las capacidades deben ser muchas, mientras que las preocupaciones
deben ser pocas.
La minuciosidad de la atención significa considerar los problemas antes de que
surjan, poniéndose a salvo de la calamidad fijando la atención en las cosas pequeñas y
sutiles, no arriesgándose a caer en una actitud indulgente con los propios deseos.
La grandeza de la aspiración significa aceptar miríadas de naciones y unificar
igualitariamente diferentes maneras de vivir, siendo un eje en el centro de una serie de
juicios sobre lo correcto y lo equivocado.
La rotundidad del conocimiento significa que éste no tenga principio ni fin, sino
que fluye lejos en todas las direcciones, brotando inagotablemente de una fuente
profunda.
La justicia de la acción significa mantenerse inconmoviblemente honrado, permanecer
puro y sin mancha, mantener el autocontrol en las dificultades extremas, y retenerse de
la autocomplacencia cuando se tiene éxito.
Tener muchas capacidades significa ser competente, tanto en la cultura como en
la defensa, y hacer precisamente lo que es justo en términos de tu propia conducta en la
acción y en el reposo, en lo que tomas y en lo que dejas de lado, en lo que dispensas y
en lo que eriges.
Tener pocas preocupaciones significa captar lo que es esencial para comprender lo múltiple,
atenerse a lo mínimo para gobernar lo máximo, vivir tranquilamente para mantener la actividad.
Así, quienes ejercen una atención minuciosa controlan con sutilidad, aquellos
cuya aspiración es grande toman todo a pecho, aquellos que poseen un conocimiento
rotundo conocen todas las cosas, quienes actúan justamente hacen todas las cosas,
aquellos que tienen muchas capacidades lo dominan todo, y aquellos cuyas
preocupaciones son pocas minimizan lo que mantienen.
Por ello, la actitud de los sabios hacia lo bueno es que nada es demasiado
pequeño de hacer; y su actitud hacia el error es que nada es demasiado pequeño para
corregir. No utilizan a los adivinos para informarse de sus acciones, aunque espectros y
espíritus no se arriesguen a seguir adelante; a esto puede llamarse lo más válido. Sin
embargo, son extremamente cautelosos y están alerta, siendo cuidadosos con cada día
de manera cotidiana. Así es como alcanzan la unidad espontánea.
El conocimiento de la gente ordinaria es desde luego pequeño, pero las cosas que hacen son muchas. Por ello, sus acciones eventualmente mueren. Por tanto, es fácil aumentar la tendencia de los acontecimientos con educación correcta, y esto inevitablemente tiene éxito, mientras que es arduo aumentar la tendencia de los acontecimientos con educación errónea, y esto inevitablemente fracasa.
Abandonar lo que es de éxito fácil y seguro, y emprender lo que es arduo y de seguro fracaso, es la acción de la ignorancia y de la confusión.
Lao Tse dijo:
Los principios de la fortuna son sutiles, los orígenes de la calamidad son
confusos. Los factores determinantes de la calamidad y de la fortuna son sutiles hasta el
punto de ser imperceptibles. Los sabios ven sus principios y finales, así deben ser
observados sin falta.
Las recompensas y los castigos dispensados por los gobernantes iluminados no
son por lo que la gente ha hecho por los gobernantes mismos, sino por lo que ha hecho
por el país. No conceden recompensas a quienes complacen a los mismos gobernantes,
pero no hacen nada por el país; no imponen castigos a quienes ofenden a los mismos
gobernantes, pero son útiles para el país.
Por ello, cuando la justicia y el deber reposan en lo que es apropiado, a alguien que encarna esto se le llama persona ejemplar. A quienes descuidan la justicia y el deber apropiados se les llama personas miserables.
El conocimiento penetrante logra su objetivo sin fatiga, el conocimiento que
viene a continuación trabaja sin sufrimiento. Los conocimientos inferiores sufren y se
fatigan.
La gente de antaño era sensible pero no posesiva. La gente de hoy día es
posesiva pero no sensible. Cuando un antiguo tirano tuvo palillos para comer hechos de
marfil, un hombre noble se lamentó; cuando los aristócratas de Lu fueron enterrados
junto a estatuas, el erudito Confucio exhaló un suspiro. Viendo dónde había empezado
todo, sabían dónde acabaría.
Lao Tse dijo:
La benevolencia es algo que el pueblo admira, el deber es algo que el pueblo
estima. Cuando aquellos a los que el pueblo admira y estima pierden sus vidas y sus
países, es porque no comprendieron los tiempos. Así pues, quienes conocen la
benevolencia y la obligación pero no conocen la estrategia apropiada al tiempo no
alcanzan el Camino.
Los Cinco Señores de la alta antigüedad valoraban la virtud. Los Tres Augustos
Jefes de la antigüedad media practicaban la justicia. Los Cinco Hegemónicos de la
antigua antigüedad empleaban el poder. Ahora bien, tomar el Camino de los señores e
intentar aplicarlo al tiempo de los hegemónicos no sería el Camino.
Por ello, lo bueno y lo malo es lo mismo en el sentido de que el rechazo y el
halago dependen de las tendencias convencionales; las acciones son iguales en el
sentido de que oposición y armonía dependen de la época.
Cuando sabes lo que hace la Naturaleza y conoces cómo actúa la gente, tienes
los medios de atravesar el mundo. Si conoces la Naturaleza pero no conoces a la gente,
no tienes entonces modo alguno de interactuar con la sociedad. Si conoces a la gente
pero no conoces a la Naturaleza, no tienes modo alguno de viajar a lo largo del Camino.
Si diriges tu intención directamente a lo que es cómodo, los inexorables y
poderosos te robarán; si utilizas tu cuerpo para trabajar por cosas, el yin y el yang te
devorarán.
Las personas que han alcanzado el Camino cambian externamente pero no
cambian internamente. El cambio externo es la manera mediante la que conocen a las
demás personas; el no cambio interno es la manera mediante la que se preservan a sí
mismos.
Por ello, si posees un control interno estable, al tiempo que eres capaz de
contraerte y expandirte externamente, fluyendo con las cosas, puedes evitar el fracaso
en todo lo que emprendas.
Lo que se estima en el Camino es la capacidad de cambiar. Si te mantienes en una sola
disciplina y llevas a cabo una sola actividad, aunque alcances con ello la realización,
aun esto no es algo diferente de bloquear el gran Camino aferrándote a la pequeña
preferencia.
El Camino es silencioso, porque está vacío; no implica actuar sobre los demás y
no implica actuar sobre uno mismo. Por ello, cuando sigues el Camino al emprender
algo, éste no es el hacer del Camino, es la aplicación del Camino.
Lo que encierra el cielo y la tierra es iluminado por el sol y la luna, calentado
por el yin y el yang, humedecido por la lluvia y el rocío, y sostenido por el Camino y la
virtud, todo es la misma única armonía.
Por tanto, quienes pueden llevar el cielo pueden caminar por la tierra; quienes
reflejan absoluta pureza ven gran claridad. Quienes establecen gran paz viven en una
vasta morada; quienes pueden vagar en la más profunda oscuridad tienen la misma luz
que el sol y la luna, sin forma y, sin embargo, produciendo formas.
Por tanto, las verdaderas personas dejan descansar sus esperanzas en la base de
la atención, y hacen su morada en el principio de las cosas. Miran dentro de la más
profunda oscuridad y escuchan el silencio. En medio de la más profunda oscuridad
solitaria encuentran luz; sólo en medio del silencio esencial encuentran la iluminación.
El uso que hacen de ellas es un no uso; sólo después del no uso son capaces de
utilizarlas. El conocimiento que tienen de ellas es un no conocimiento; sólo después del
no conocimiento son capaces de conocerlas.
El Camino es lo que siguen los seres, la virtud es lo que la vida sostiene. La
humanidad es una prueba de caridad acumulada, la justicia es lo que está cerca del
corazón y se armoniza con lo que es adecuado para la comunidad. Cuando desaparece el
Camino, surge la virtud; cuando decae la virtud, aparecen la humanidad y la justicia.
Por ello, la gente de la muy remota antigüedad caminaba por el Camino y no por la
virtud; la gente de la antigüedad media conservaba la virtud pero no el sentimiento;
mientras que la gente de los últimos tiempos era precavida y cuidadosa para no perder la
humanidad y la justicia.
Así pues, sucede que sin justicia superior la gente no tiene modo alguno de vivir;
si pierden la justicia, pierden aquello por lo que están viviendo. Sin provecho, las
personas ordinarias no tienen una manera de vivir; si pierden el provecho, pierden su
manera de vivir. Por ello, las personas superiores temen la pérdida de la justicia,
mientras que las personas ordinarias temen la pérdida del provecho. Observa lo que
temen, y podrás ver la diferencia entre lo que es desastroso y lo que es afortunado para
ellos.
Lao Tse dijo:
Los sabios cubren todo como el cielo, llevan todo como la tierra, y brillan sobre
todas las cosas como el sol y la luna. Aportan armonía como el yin y el yang, y estimulan el desarrollo como las cuatro estaciones. Aceptan a todos los seres sin ser los
mismos. Para ellos no hay nada viejo, nada nuevo, nada remoto, nada familiar.
Para quienes pueden emular a la Naturaleza, el cielo no tiene únicamente una estación, la tierra no tiene únicamente un material, y la gente no tiene únicamente una tarea. Por esto es por lo que hay muchas clases de trabajo y muchos tipos de intereses.
Así, sucede que quienes despliegan ejércitos pueden ser irreflexivos o pueden
ser concienzudos, pueden ser codiciosos o pueden ser moderados. Estas cosas son
contradictorias y no pueden ser unificadas. Los irreflexivos quieren actuar, los
concienzudos quieren detenerse; los codiciosos quieren tomar, los moderados carecen
de inclinaciones por aquello que no les pertenece.
Por consiguiente, puede hacerse que los valientes avancen en medio de la
batalla, pero no puede hacerse que se mantengan firmes. Puede hacerse que los concienzudos mantengan la seguridad, pero no puede hacerse que se contengan ante un
enemigo. Puede hacerse que los codiciosos ataquen y se dediquen al pillaje, pero no
puede hacerse que repartan el botín. Puede hacerse que los modestos se mantengan en
su lugar, pero no puede hacerse que saqueen agresivamente. Puede hacerse que las
personas honradas mantengan sus promesas, pero no puede hacerse que se adapten a los
cambios. Estas cinco clases de personas son empleadas juntas por los sabios y utilizadas
de acuerdo con sus capacidades.
El cielo y la tierra no abarcan únicamente a un ser, el yin y el yang no producen
únicamente una especie. Así pues, porque un océano no rechaza el agua que desemboca
en él es por lo que es tan inmenso; por el hecho de que una montaña de madera no
rechaza lo curvado y torcido es por lo que llega a ser tan alta. Los sabios no rechazan ni
siquiera las palabras de aquellos que portan leña, y así amplían su reputación.
Si te mantienes en un rincón y descuidas la multitud de aspectos de la totalidad,
si tomas una cosa y descartas el resto, lo que lograrás entonces será poco y lo que
dominarás será superficial.
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