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Foto del escritorAmenhotep VII

Stárets Zosima – Personaje de Los Hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski



"Hermanos, no teman el pecado de los hombres, amen al hombre aun en su pecado, pues esto es semejanza del amor de Dios y la cima del amor en la tierra. Amen a toda criatura divina, y al todo, y cada grano de arena. Amen cada hojita, cada rayo divino. Amen a los animales, amen a las plantas, amen todas las cosas. Si uno ama todas las cosas, en las cosas habrá de alcanzar el secreto divino. Lo alcanza uno una vez y ya empieza a reconocerlo incansablemente más y más, a cada día. Y habrá de amar finalmente al mundo entero ya con un amor íntegro, universal."


"¿Es posible que sólo sea un sueño creer que, al fin, el hombre encontrará sus alegrías sólo en la instrucción y en la caridad, y no en los goces crueles, como ahora, en la gula, en la lascivia, en la presunción, en la fanfarronería y en el envidioso afán de superar a los demás? Creo firmemente que no es así y que se acerca el tiempo esperado."


«¿Qué es el infierno? Me lo explico así: "Es el sufrimiento de no poder volver a amar jamás".»


"Sobre todo, evite la mentira, toda mentira, en particular la mentira consigo misma. Observe su mentira y no deje de mirarla cada hora, cada minuto. Evite también la repulsión hacia los demás y hacia sí misma: lo que en su interior le parezca malo, por el mero hecho de que lo vea usted en sí se purifica. Evite el miedo también, aunque el miedo nunca es más que la consecuencia de la mentira."


«"¿A qué aislamiento se refiere?", le preguntó. "Al que ahora, sobre todo en nuestro siglo, reina en todas partes, mas no se ha terminado aún ni le ha llegado el plazo final. Pues ahora cada individuo se esfuerza por destacar su rostro en todo lo posible, quiere experimentar en sí mismo la plenitud de la vida, aunque lo único que alcanza con todos sus esfuerzos, en vez de su plenitud, es un suicidio, porque cae en un aislamiento absoluto en lugar de procurarse la total definición de su ser. En nuestro siglo todo se ha dividido en unidades, cada individuo se aísla en su madriguera, cada uno se aleja de los otros, se esconde, oculta lo que tiene, y termina apartándose de los hombres y apartando a los demás de su lado. Acumula riquezas solitario, y piensa: cuán fuerte soy ahora y cuán cubierto estoy de las necesidades, y no ve, insensato, que cuanto más acumula, tanto más se hunde en la suicida impotencia. Pues se acostumbra a confiar únicamente en sí mismo, a separarse del todo como unidad, acostumbra su alma a no creer en la ayuda humana, en los hombres ni en la humanidad, y no hace sino temblar pensando que puede perder su dinero y los derechos que con él ha adquirido. Por todas partes ahora la mente del hombre empieza a perder de vista, de modo ridículo, que la única seguridad del individuo no radica en su esfuerzo personal aislado, sino en la integridad global de los esfuerzos humanos. Pero no hay duda alguna de que a ese espantoso aislamiento también le llegará el fin, y todos comprenderán a la vez, de qué manera tan artificiosa se habían separado unos de los otros. Tal será el espíritu de la época y se sorprenderán de haber permanecido tanto tiempo en las tinieblas y no haber visto la luz. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en los cielos… Pero hasta entonces es necesario, de todos modos, conservar la bandera; no hay quien lo haga, pero de pronto un hombre, aunque sea él solo, ha de dar ejemplo, y sacando el alma de la sociedad ha de realizar el acto heroico de la comunicación fraterna, aunque haya de pasar por un simple. Eso, para que no muera la gran idea…"»


"Muchas son las cosas de la tierra que se nos mantienen ocultas; en cambio, se nos ha concedido el don, misterioso y secreto, de percibir nuestro nexo vivo con el mundo del más allá, con un mundo superior y mejor, aparte de que las raíces de nuestros pensamientos y sentimientos no se dan aquí, sino en otros mundos. Por eso dicen los filósofos que no es posible llegar a conocer en la tierra la esencia de las cosas. Dios tomó semillas de los otros mundos, las sembró en la tierra y cultivó su jardín; ha brotado cuanto podía brotar, pero lo que se ha criado vive y se conserva vivo sólo gracias a la sensación del propio contacto con los otros mundos misteriosos; si tal sentimiento en ti se debilita o se aniquila, muere también lo que en ti ha germinado. Entonces te vuelves indiferente a la vida y hasta llegas a odiarla. Esto es lo que yo pienso."


« Mirad a los laicos y todo lo que se exalta como superior ante el pueblo creyente: ¿no han quedado desfiguradas, en ese mundo, la imagen de Dios y su verdad? Ellos tienen la ciencia, mas en la ciencia sólo se encuentra lo que está confirmado por los sentidos. En cuanto al mundo espiritual, la mitad superior del ser humano, se rechaza en redondo, se destierra con cierta solemnidad, hasta con odio. El mundo ha proclamado la libertad, sobre todo en estos últimos tiempos, ¿y qué vemos en esta libertad suya? ¡Nada más que la esclavitud y el suicidio! El mundo dice: "Tienes necesidades; dales, pues, satisfacción, tienes los mismos derechos que las personas más nobles y ricas. No temas darles satisfacción, al contrario, hazlas aún mayores", tal es la doctrina actual en el mundo. En eso ven la libertad. ¿ Y qué resulta de este derecho a aumentar las necesidades? Por parte de los ricos, la soledad y el suicidio espiritual; por parte de los pobres, la envidia y el asesinato, pues el derecho de satisfacer las necesidades se lo han dado, mas sin indicarle todavía con qué medios. Afirman que el mundo, cuanto más avanza, tanto más se une, que va constituyendo una comunidad fraterna a medida que se van acortando las distancias y se van transmitiendo los pensamientos por el aire. ¡Ay! No creáis en semejante unión de los hombres. Entendiendo la libertad como un aumento y una pronta satisfacción de necesidades, deforman su propia naturaleza, pues engendran en sí mismos muchos deseos carentes de sentido y estúpidos, costumbres y quimeras insensatas. Viven sólo para envidiarse unos a otros, para la satisfacción carnal y la presunción. »


« Dar banquetes, viajar, tener coches, dignidades y servidores esclavos, se considera ya tal necesidad a la que se sacrifica hasta la vida, el honor y el amor al prójimo, y hasta se matan si no pueden satisfacerla. En aquellos que son menos ricos, observamos lo mismo, mientras que entre los pobres por ahora la insatisfacción de las necesidades y la envidia se ahogan con la borrachera. Pronto, sin embargo, se emborracharán con sangre en vez de vino, a eso los conducen. Yo os pregunto: ¿es libre un hombre semejante? Conocí a un "luchador por la idea", quien me contó que en la cárcel, cuando le privaron de tabaco, sufrió tanto a causa de dicha privación, que, a cambio de tabaco, por poco traiciona su "idea". Y un hombre así dice: "Voy a luchar por la humanidad." Bueno, ¿a dónde irá ese hombre y de qué es capaz? Quizá, de una acción rápida, pero no resistirá mucho tiempo. No es de extrañar que en vez de encontrar la libertad hayan hallado la esclavitud, y en vez de servir a la fraternidad y a la unión de los hombres hayan caído, por el contrario, en la desunión y la soledad, como me dijo mi maestro. Esa es la razón de que en el mundo se vaya apagando cada vez más la idea de servir a la humanidad, la idea de hermandad y unidad humanas; no puede negarse que esta idea es acogida ya hasta con burla, pues, ¿cómo librarse de las propias costumbres, a dónde irá ese esclavo, si está tan acostumbrado a satisfacer sus necesidades incontables, por él mismo inventadas? Vive en la soledad moral y poco le importa la colectividad. Lo que han logrado ha sido acumular muchas más cosas, pero la alegría se ha hecho menor. »




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