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Foto del escritorAmenhotep VII

Los Místicos - Angelus Silesius



En el día de hoy damos comienzo a la sección de misticismo y para eso debemos introducirnos en el significado y origen de la palabra Mística. La Mística ( procede del verbo griego myein, «encerrar», de donde mystikós, «cerrado, arcano o misterioso») designa un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal.

Según la teología, la mística se diferencia de la ascética en que esta ejercita el espíritu humano para la perfección, a manera de una propedéutica para la mística, mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa, mientras que la mística, a la cual solo pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios, que solo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias denominadas visiones o éxtasis místicos, de los que son propios una plenitud y conocimiento tales que son repetidamente caracterizados como inefables por quienes acceden a ellos. El misticismo, común a las tres grandes religiones monoteístas, pero no restringido a ellas (hubo también una mística pagana, por ejemplo), pretende salvar ese abismo que separa al hombre de la divinidad para reunificarlos y acabar con la alienación que produce una realidad considerada injusta, para traer, en términos cristianos, el Reino de los Cielos a la Tierra. Los mecanismos son variados: bien mediante una lucha meditativa y activa contra el ego (budismo) o nafs como en el caso del sufismo musulmán, bien mediante la oración y el ascetismo en el caso cristiano, o bien a través del uso de la cábala en las corrientes más extendidas del judaísmo. Con el propósito de dar a conocer los diferentes místicos de las religiones de la humanidad, vamos a comenzar con uno de los poetas alemanes más recurrentes en el misticismo europeo: Angelus Silesius.




De nombre Johann Scheffler, pero conocido como Angelus Silesius (en latín “Ángel Silesio") fue un poeta, teólogo y médico alemán. Su doctrina – expuesta en categóricos epigramas- refleja la teología mística que destaca la suprema unidad del hombre con Dios. Su trayectoria espiritual se ve influida por diversas amistades de calidad espiritual y por la lectura de autores como Jakob Böhme, que desarrollaron en él una profunda concepción contemplativa e interior de la religión. La más importante y conocida de sus obras lleva el título de Rimas espirituales: gnómicas y epigramáticas que conducen a la divina contemplación que después fue llamada El Peregrino Querubínico o Querúbico, considerada la obra más importante del misticismo europeo de la época. En esta obra sus versos recorren los grandes temas y sutiles paradojas del misticismo cristiano desde esta perspectiva: la eternidad en el tiempo, la dependencia entre Dios y el hombre, el abismo insondable de Dios, el desprendimiento o la vacuidad y la pobreza espirituales, para lo cual Silesius se inspiró en obras de autores como el ya mencionado  Jakob Böhme, Meister Eckhart, Johannes Tauler, Blois, y San Juan de la Cruz.

La belleza de su obra ha sido admirada por poetas tan importantes como Goethe, Rainer Maria Rilke y, más tardíamente, Jorge Luis Borges (quien mencionó en su Otro poema de los dones las "místicas monedas de Ángel Silesio", aludiendo a sus pareados de alejandrinos). Su influencia se extendió aún más a la filosofía en la obra de Schopenhauer, Wittgenstein y Heidegger. Dejamos a continuación los epigramas que seleccionamos de El Peregrino Querubínico:

-Si tan sólo pudieras quedarte quieto, y dejaras de buscar ansiosamente a Dios -lo encontrarías en tu lugar. -Dios es una pura Nada, que ignora el aquí y ahora / Cuanto más le sigues para agarrarle, más se te deshace. -El ojo con el cual veo a Dios es el mismo ojo con el que Él me ve a mí. -Soy el otro yo de Dios, Él puede en mí apercibir lo que desde la eternidad fue irradiado en su propia imagen. -¿Si no puedes encontrar una gota individual en la inmensidad del mar  como hallarás en el Mar Divino la identidad de mi alma?

-Porque en su verdadera naturaleza, la luz yo deberé de ver, En Él me he de convertir, o de otra forma esto no podrá ser. -No sé lo que soy, no soy lo que sé: una cosa y no una cosa; un punto y un círculo. -Yo mismo soy eternidad, cuando abandono el tiempo, y me recojo en Dios, y a Dios en mí. -Hombre, si aún eres algo, si algo sabes, algo amas y posees: no estás, créeme, libre de tu carga. -Cuando tomas las cosas sin ninguna distinción, quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor. -Dios se funda sin fundamento, y se mide sin medida. Si eres con Él un espíritu, hombre, lo comprenderás. -Hombre, si buscas a Dios por la quietud, aún no estás en lo cierto; te buscas a ti, y no a Él?: no eres aún niño, sólo siervo. -El alma es un cristal, la Divinidad es su brillo: el cuerpo en el que vives, es el cofre de las dos. -Si Cristo naciere mil veces en Belén, y no en ti, seguirás perdido eternamente. -El amor es nuestro Dios, todo vive por amor: ¡cuán dichoso sería el hombre, que permaneciera siempre en él! -Dios habita en una luz, hacia la que falta toda vía: quien no llega a ser la luz él mismo, no Lo verá jamás. -Dios es la eterna quietud, porque nada quiere ni busca: del mismo modo tú, si no quieres nada, serás mucho. -Dios es un Uno Único, quien quiere gozar de Él debe incluirse, no menos que Él, en Él. -¡Detente! ¿A dónde corres? El cielo está en ti: si buscas a Dios en otro sitio, no lo encontrarás jamás. -Si naciste de Dios, Dios florece en ti: y su divinidad es tu savia y tu ornamento.

-Quien quiere gozar de Dios e incorporarse a Él, debe permanecer junto a su sol, como un lucero del alba.

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