- Alegría y Tristeza
Debe de ser algo notorio que así como la alegría nos conduce a comunicarnos con los demás (de tal manera que un hombre alegre se convierte en locuaz, por más que de ordinario sea taciturno y se arrime con facilidad a personas que, en otro momento, habría esquivado o no habría tratado con facilidad, etc.), de la misma manera, la tristeza nos lleva a huir del consorcio de los demás y a replegarnos en nosotros mismos, con nuestro pensamiento y nuestro dolor. Pero observo que esta tendencia a la prolongación de la alegría, y al replegarse en la tristeza, también se da en los actos del hombre poseído por uno de estos aspectos, y, como con el estado de alegría, él pasea, mueve y alarga sus brazos y piernas y, en cierto modo, se expansiona con el desplazarse velozmente de aquí para allá, como buscando un cierto respiro; así, en el estado de tristeza, se repliega, inclina la cabeza, aprieta y cruza los brazos contra el pecho, camina lento y evita cualquier movimiento vivaz y, por así llamarlo, generoso. Yo recuerdo (y lo observé en aquel intenso momento) que, estando sumido en algunos pensamientos dichosos o indiferentes
–estando sentado, al sobrevenirme un pensamiento triste–, inmediatamente apretaba una contra otra mis rodillas, que antes se hallaban relajadas y separadas, e inclinaba sobre el pecho el mentón, que había mantenido elevado.
- Gloria. Fama
La gloria no es una pasión propia, en absoluto, del hombre primitivo y solitario. Sin embargo, la primera vez que un grupo de hombres se unió para matar a alguna fiera o por cualquier otro motivo en el que hubiese sido necesario un intercambio de ayuda, aquel que mostró más valor se sintió llamado valiente de manera sincera, y sin adulación por parte de aquella gente que aún no conocía este defecto. Dicha palabra le complació, y así él, como cualquier otro espíritu magnánimo que hubiese estado presente, sintió por vez primera el deseo de alabanza.Y así nació el amor por la gloria.
- Civilización. Falta de civismo – Gloria. Fama – De la naturaleza
Dicha pasión es tan propia del hombre sociable, y tan natural, que incluso ahora –cuando tanta muerte hay en el mundo, y cuando faltan todo tipo de estímulos–, aun así, los jóvenes sienten la necesidad de distinguirse; y no encontrando, como en tiempos pasados, abierto el camino, agotan sus fuerzas en la juventud, estudian todas las formas de conocimiento, y pierden la salud del cuerpo, acortando su vida. Ello es así no tanto por el amor hacia el placer como por hacerse notar y ser envidiados, alardeando de sus vergonzosas victorias, las cuales, sin embargo, ahora son aplaudidas por el mundo; no quedándole al joven otra manera que ésta de hacer uso de su cuerpo, y con ello procurarse alabanzas. Ya que, sin embargo, al ánimo le resta cualquier salida hacia la gloria, pero al cuerpo –que es aquella parte que importa, y en la cual se basan por naturaleza las cosas, el valor de la mayor parte de los hombres– no le queda otra salida.
- Civilización. Falta de civismo – Gloria. Fama – Vigor corporal – De la naturaleza
El joven que accede al mundo desea llegar a ser cualquier cosa. Éste es un deseo común y seguro para todos. Pero hoy en día, el joven desposeído no tiene otro camino para conseguirlo, a excepción del que he dicho. O seguir el camino de la literatura, que conduce igualmente a la ruina del cuerpo. Así, la gloria de hoy en día se basa en esfuerzos que perjudican a la salud cuando antes sucedía lo contrario. En consecuencia, se mantienen cada vez más al margen las generaciones humanas; y este síntoma de la falta de ilusiones existentes en el mundo, como en tiempos pasados, deviene la razón de esta misma falta, a causa del escaso vigor por la razón de que he hablado en otros de mis pensamientos, de la necesidad del vigor del cuerpo ante las grandes ilusiones del ánimo. Luego son demasiado notorios los espantosos efectos de la vida común de los jóvenes de hoy, que poco a poco van reduciendo el mundo a un hospital.
Pero ¿qué remedio encontrar? ¿Qué otra ocupación le resta hoy a un joven desposeído, y qué medios? ¿Creéis que un joven se puede contentar con una vida inactiva, sin ningún reconocimiento, y sin ninguna expectativa, a excepción de una monotonía eterna y de un inmutable aburrimiento? Antiguamente,la vanidad era considerada como algo propio de las mujeres, porque también en las mujeres se da el mismo deseo de sobresalir, y habitualmente no han poseído para ello otro medio que el de la belleza. El cultus sui, pues, que como decía Celso adimi feminis non potest.
En lo que se refiere a la vanidad, ahora se tiene la misma opinión: que es algo propio de las mujeres; pero injustamente, porque es algo igualmente propio de los hombres, habiéndose
también reducido los hombres a la condición, más o menos, de féminas, en cuanto se refiere a la manera de comportarse en el mundo; y el hombre anciano, en su mayor parte, ha llegado a ser algo inútil y despreciable, sin vida, sin placeres ni esperanzas, como comúnmente solía y suele acabar la mujer; la cual, después de haber dado mucho que hablar de sí, sobrevive a su fama envejeciendo.
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