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Foto del escritorAmenhotep VII

Rainer Maria Rilke a Auguste Rodin


Es menester trabajar, nada más que trabajar. Y hay que tener paciencia. No hay que pensar en realizar esto o aquello; basta buscarse hasta convertirse en medio de expresión propio, personal. Y entonces, de inmediato, decir todo, todo (…). Su vida no se consumió en proyectos. En la tarde daba forma concreta a todas las intenciones de la jornada. Sí, todo para él ha advenido en realidad. Esto es parte de su grandeza: no es necesario habitar en los ensueños, en los deseos, en las intenciones. Es imprescindible transformar todo eso en objetos.


Ahora, en efecto, siento que todos mis esfuerzos serían vanos sin ella. Al hacer poesía uno siempre es ayudado y hasta arrastrado por el ritmo de las cosas exteriores; porque la cadencia lírica es la de la naturaleza; las aguas, el viento, la noche. Pero para darle ritmo a la prosa es preciso profundizar en uno mismo y encontrar el ritmo anónimo y múltiple de la sangre. La prosa debe ser construida como una catedral: allí uno realmente está sin nombre, sin ambición, sin socorro: en los andamios, con la sola conciencia.


Y piense que en esta prosa, ahora, yo sé crear hombres y mujeres, niños y ancianos. Sobre todo, he evocado a las mujeres, haciendo cuidadosamente todas las cosas a su alrededor, dejando un blanco que sólo es un vacío, pero que, circundado con ternura y amplitud, se torna vibrante y luminoso, casi como uno de su mármoles.

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