27 de agosto de 1919
Mi querido señor Fischer:
Me ha hecho muy feliz volver a recibir una extensa carta de usted, a la cual
atribuyo tanto más valor cuanto que tengo en cuenta lo breve de sus vacaciones.
Su juicio acerca de Dehmel es muy acertado. Yo también venero y estimo su
totalidad como persona. Pero en su libro advierto de pronto el abismo que lo separa
de la juventud actual. Ocurre lo mismo con Hauptmann y con la posición de los
escritores alemanes respecto a la política. Hace poco, le escribí a su esposa sobre este
particular. Durante la guerra y desde un principio he pasado por un proceso diferente
en cuanto a estas cosas y cuestiones y desde entonces me encuentro situado en otras
constelaciones en relación con el mundo y con la patria. (Mi primer artículo sobre la
degeneración de la intelectualidad alemana en la guerra ya apareció en Zúrich en el
otoño de 1914). En el folleto anónimo El retorno de Zarathustra, que escribí en
enero, he intentado exponer mi relación personal con la política. A pesar de mi
particular empeño porque se lo tuviera en consideración, el «Neue Rundschau» no
hizo mención alguna del librito, tal vez con razón. Pero la juventud ha reaccionado
con vehemencia desde distintas direcciones. Me han interrogado mucho, me han
atacado mucho, me han brindado mucha confianza. Lamentablemente, todo esto me
llega tarde, después de los años de guerra y de los golpes del destino que han
cambiado y aserrado mi existencia. También ha llegado demasiado tarde su cordial
invitación a visitar Berlín. En un momento de inconcebible soledad y desesperación,
he debido hallar yo solo un derrotero y ahora debo quedarme en él, no por
ponderaciones y razones, sino simplemente por la ley de gravitación.
¡Vayamos a los asuntos de negocio! No debe preocuparse por ese libro que editó
Tal, en Viena. Se trata, en efecto, del libro que debía ser publicado por una editorial
suiza. El editor es mi amigo, y me paga los derechos en francos. Tal es tan sólo
impresor y editor técnico.
Además, formar parte de esta serie es para mí como un pequeño documento que
atestigua mi afiliación con el grupo de Rolland, Barbusse, Zweig, y otros pocos
intelectuales a quienes cobré mucho afecto durante los años de la guerra. Este librito
será editado una única vez y ya no volverá a aparecer, tampoco en su editorial. Quizá
en un futuro distribuya los fragmentos que lo componen entre otros libros.
Al respecto puedo decirle poco en este momento. Usted mismo ha advertido ya
que también como literato me he transformado y mudado de piel en los últimos años.
Hoy no sé aún cuanto tiempo seguiré guiándome por la pauta de los expresionistas,
pero por cierto, desde la guerra, desde 1915 aproximadamente, mi rumbo ha variado.
Escribí el Zarathustra en forma anónima para no espantar a la juventud con el
conocido nombre de un viejo. Tal como su esposa adivinó, escribí el Demian en
forma anónima (ya en 1917), pero deberá conservarlo todavía en absoluto secreto.
Todo esto y también los más recientes de mis «cuentos» han sido los primeros
intentos hacia una liberación que pronto consideraré lograda. Aquí, en Montagnola,
he terminado dos trabajos de cierta importancia, de los cuales pienso enviar el
segundo dentro de algún tiempo al Rundschau.
Presumiblemente, usted también debe sufrir con el cambio en su calidad de editor.
El círculo de compradores de mis libros, al menos de los nuevos, se reducirá con
sorprendente rapidez. A mí me da lo mismo. Lo que pudiera perjudicar y cambiar mi
vida por completo debido a una bancarrota financiera, jamás me sacará de quicio.
Y ahora otro pedido. Por momentos tengo la sensación de que pudiera ocurrirme
algo. Si así sucediera le ruego tomar nota que todavía deben salir los siguientes
libros: Un volumen con tres novelas, los trabajos revolucionarios más novedosos. Su
contenido: una novela Alma de niño, actualmente en poder de la Deutsche Rundschau
(Paetel). Segundo: una novela Klein y Wagner y una composición algo fantástica: El
último verano de Klingsor. Estos dos manuscritos se encuentran aún en mi poder, el
segundo no está concluido del todo y tan pronto lo termine se lo ofreceré a la
Rundschau.
Este volumen integrado por las tres novelas citadas será mi libro más importante.
Éste y Demian. Todavía no he pensado un título adecuado.
Otra cosa que deseo, por si no llegara a hacerlo por mí mismo es que no se
emprenda en mi memoria la publicación de ninguna edición de Obras Completas u
otra de esas cosas superfluas, pero sí una breve selección de mi poesía, bella y
económica. Yo ya he reservado material para tal selección. Le ruego guardar muy
bien estos dos pedidos míos.
Me place saber que a Strauss le va bien. A raíz de la caprichosa revocación de
cierta palabra, no sólo me perjudicó y me puso en una situación embarazosa por una
cuestión literaria, sino me hizo enojar seriamente.
Querido señor Fischer, el viento del mundo y del destino sopla aquí también, en
Montagnola, en mi estudio que da al viejo jardín. Berlín no cambiará nada en mí.
Pero de cualquier manera, el hecho de que usted haya pensado en mí y me invitara
como también la certidumbre de poder contar con su amistad, me conforma y
consuela.
Lo saluda cordialmente suyo.
Comments