Bastardo de criolla y de bretón,
también acudió allí, al gran hormiguero.
Al bazar donde nada es ya de piedra
y donde brilla un sol descolorido.
—¡Ánimo y a la cola! Un ordenanza
Nos empuja a la fila, muy atrás.
Un incendio apagado, ni una luz;
pasan cubos o llenos o vacíos.
Allí su pobre Musa, que es doncella,
hacía de buscona señorita,
preguntaban: ¿Y qué es lo que vende?
—Pues nada.
AIIí seguía un poco lela,
sin oír los ruidos del vacío
y contemplando el viento que pasaba.
*
Vivir a latigazos, que nos lleven
en un coche hasta el juez; siempre la misma
canción que se repite, ir más allá
de lo que es uno mismo hasta morirse.
No, amigo, hay que empezar por muy arriba,
y eso es al fin y al cabo un simple truco.
El ser pobre nadando en la abundancia,
desconocido con famoso nombre.
Que se oiga por sorpresa en las tabernas,
que la aprendan los loros, y que puedan
cantarla, o si prefieren que la silben.
¡Es la música! El mismo paraíso
de los mahomas y de las huríes,
de los dioses rufianes que se pegan.
*
Yo amaba… Pues eso ya no está en venta.
Pero habrá que pagar. Es la mujer
la que elige probando. Me decía
mi amante: «Ay, yo no voy a olvidar».
En mi tierra tenía yo una amante,
y su pálida sombra me persigue
envuelta en el perfume de las lilas…
Es posible que llore. Pues bien, canta
tan sólo para ti aquella nostalgia,
noches de claro en claro aunque sin vela…
Tristes versos, tan tristes de mañana…
Pero aquí que te arreen las orgías.
Repíntate los párpados tan rojos
y luce tu gran porte de ramera.
*
La bohemia, ya puedes renegar
de tu landa y tu abierto campanario,
de los cerros que adornan tu colonia
y de aquellas bambulas con tambor.
Una canción que se perdió en el aire
tu juventud… Un día es algo bueno,
¿no ves que siempre es nuevo? Tú calumnia
esos pobres amores… y el amor.
¡Evohé! Rebosante está tu copa.
Tira este vino y bébete las heces.
Es muy fácil y nadie ha visto nada.
Para que un día un caballero cándido
pueda decir de ti: ¡Infecto! ¡Espléndido!
Tal vez no diga nada. Eso es más corto.
*
Te ríes… Está bien… Cría amargura,
practica, Mefistófeles burlón.
¡Ajenjo! Saca espuma por la boca,
di que todo se debe al corazón.
Haz de ti tu mejor póstuma obra,
castra el amor, amor que dura tanto.
Aspira tu pulmón cicatrizado
unas mismas de gloria, ¡oh, vencedor!
Ya basta, ¿verdad? Vete, abandona
tu bolsa como la última querida,
y tu revólver, el último amigo…
¡Vaya tipo acabado sin revólver!
O le quedas bebiendo heces de vida
sobre un mantel en el que nada queda.
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