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Foto del escritorAmenhotep VII

Las Sendas de Oku - Matsuo Basho




No hablaron una palabra

el anfitrión, el huésped

y el blanco crisantemo.



Ah, este camino

que nadie recorre,

excepto el crepúsculo.



El camino de la muerte,

a pesar del sol de otoño,

¿quién querría emprenderlo?



La luna de la montaña

ilumina también

a los ladrones de flores.



¿Admirable,

aquel que no piensa: "la vida huye"

al ver el relámpago?



También esta cabaña de paja

en este mundo tornadizo

ha de transformarse en casa de muñecas.



¡Qué gloria!

Las hojas verdes, las hojas jóvenes,

bajo la luz del sol.



En la montaña de verano,

adoro las sandalias divinas;

viaje a la vista.



Quedó plantado

el arrozal

cuando me despedía del sauce.



De los cerezos en flor

al pino de dos troncos:

tres meses.



Pétalos de lirios

atarán mis pies:

los cordones de mis sandalias.



Bajo un mismo techo

durmieron las cortesanas,

la luna y el trébol.



Muévete, oh tumba,

muestra que me reconoces:

soy el viento de otoño.



Frescura de otoño.

Melón y berenjena

para cada huésped.



El sol brilla, brilla

sin compasión.

Pero el viento es de otoño.



Si he de morir

en el camino,

que sea entre los campos de trébol.



Desde hoy el rocío

borrará tu nombre

de mi sombrero.



Entre las olas:

acá, los pétalos,

allá, las conchas.



Al despedirme,

escribí algo en el abanico,

pero lo borré.

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