- A fin de relajarse tras su ardua labor de predicar y obrar milagros, Jesús decide tomarse un descanso a orillas del mar de Galilea.
Durante una partida de golf con uno de los apóstoles, se encuentra con que ha de llevar a cabo un golpe complicado; Jesús lo hace mal y la pelota termina en el agua. Así que recurre a su truco habitual: camina sobre las aguas hasta donde está la pelota, se agacha y la recoge. Cuando Jesús intenta repetir el golpe, el apóstol le dice que es muy difícil: sólo alguien como Tiger Woods puede conseguirlo; Jesús le contesta: «¡Qué demonios, soy el hijo de Dios, puedo hacer cualquier cosa que haga Tiger Woods!», y repite el golpe. La pelota acaba de nuevo en el agua, de manera que Jesús vuelve a caminar sobre su superficie para recuperarla. En ese momento, pasa por allí un grupo de turistas americanos, y uno de ellos, al observar lo que ocurre, se vuelve hacia el apóstol y le dice: «Dios mío, ¿quién es ese tipo? ¿Es que se cree Jesús o qué?». A lo que el apóstol le contesta: «No, el muy gilipollas se cree Tiger Woods!».
- Clinton y el Papa mueren el mismo día; sin embargo, debido a la confusión que reina en la administración divina, Clinton acaba en el cielo, y el Papa en el infierno. Al cabo de un par de días, alguien se da cuenta del error y ordena que los dos intercambien sus lugares. Ambos se encuentran un momento delante del ascensor que conecta el cielo y el infierno. Al ver a Clinton que vuelve del cielo, el Papa le pregunta: «Dígame, ¿cómo es la Virgen María? ¡Estoy impaciente por conocerla!». Con una sonrisita, Clinton contesta: «Lo siento, pero ya no es virgen».
- Después de que Yuri Gagarin, el primer cosmonauta, lleve a cabo su visita al espacio, es recibido por Nikita Kruschev, el secretario general del Partido Comunista, al que le dice, de manera confidencial: «¿Sabe, camarada, que allí arriba, en el espacio, vi el cielo, con Dios y los ángeles? ¡El cristianismo tenía razón!». Kruschev le responde en un susurro: «¡Lo sé, lo sé, pero no diga nada, no se lo cuente a nadie!». A la semana siguiente, Gagarin visita el Vaticano y es recibido por el Papa, al que le confiesa: «Sabe, Santo Padre, he estado en el cielo, y no he visto ni a Dios ni a los ángeles…». «Lo sé, lo sé», le interrumpe el Papa, «¡pero no diga nada, no se lo cuente a nadie!».
- Dos amigos judíos pasan por delante de una iglesia católica en la que han colgado un gran cartel dirigido a los no católicos: «¡Ven con nosotros, acepta el catolicismo y al instante ganarás treinta mil dólares en efectivo!». Mientras se alejan, los dos amigos se enzarzan en un debate acerca de si esa oferta va en serio. Una semana más tarde, los dos amigos se vuelven a encontrar delante de la misma iglesia, y uno de ellos le confía al otro: «Todavía me pregunto si la oferta va en serio». El otro contesta de manera condescendiente: «¡Ah, los judíos sólo pensáis en el dinero!».
- En un viejo chiste yugoslavo que se burla de la corrupción policial, un agente regresa a su casa por sorpresa y se encuentra a su mujer desnuda en el lecho conyugal, evidentemente caliente y excitada. Sospechando que la ha sorprendido con un amante, empieza a mirar por toda la habitación en busca de un hombre escondido. La mujer palidece cuando el agente se inclina y mira debajo de la cama; pero, tras un breve diálogo entre susurros, el marido se incorpora con una sonrisa petulante y satisfecha: «Lo siento, amor mío, falsa alarma. No hay nadie debajo de la cama», dice, mientras en su mano aprieta un par de billetes de los grandes.
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