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Foto del escritorAmenhotep VII

Marcha el Poeta por ásperos caminos - Novalis




Marcha el poeta por ásperos caminos

y los espinos rasgan su ropaje.

Tiene que atravesar ríos y ciénagas

y nadie le tiende una mano amiga.

Solo y perdido, empiezan a brotar

las quejas de su corazón cansado.

Apenas puede sostener la lira,

un profundo dolor le ha derribado.


«Un triste destino me ha empujado

a vagar por el mundo, abandonado.

Traigo a todos la ilusión y la paz,

pero nadie las quiere compartir conmigo.

Cada cual con su vida y con sus cosas,

ve cómo aumenta, al verme, su alegría.

Echan entonces una limosna triste

y rechazan las súplicas del corazón.


Me dejan ir, indolentes,

como ven las primaveras:

al alejarme afligido,

mi pena y dolor ignoran.

Exigen luego los frutos

sin saber quién ha sembrado.

Hago versos sobre el Cielo

y nadie reza por mí.


Agradecido percibo

poder mágico en mis labios.

Oh si el amor me llegara

como una atadura mágica.

Nadie se ocupa de un pobre

forastero e indigente.

¿Qué corazón va a apiadarse?

¿Quién me libra de la pena?»


En la hierba se ha arrojado

y se duerme entre sollozos.

La sublime voz del canto

llena su pecho oprimido:

«Olvida lo que has sufrido,

se va a aligerar tu carga:

lo que por chozas buscabas

en un palacio se encuentra.


Se acerca la recompensa,

tu caminar se termina.

El laurel se hará corona

que una mano fiel te imponga.

A un corazón armonioso

lo llaman a gloria y trono.

Y al poeta, fatigado,

lo nombran hijo del rey».

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