Como pequeñas gotas de lluvia cristalina,
en cada vida caen los momentos,
para llevarse con ellos en un latido silencioso,
el caparazón de egoísmo sobre todas las cosas.
Y cada acto, no importa lo pequeño que sea,
que surge del resplandor del corazón
como un rayo de oro envía una luz,
mientras los momentos se convierten en estaciones.
A través de la cúpula, Eternidad,
resplandeciente ante el iris, vuelan
resplandores por cada noble acción
compitiendo entre ellos por sus colores.
Son los destellos de este grandioso arcoíris
donde los momentos de las buenas acciones se reúnen,
alegrando muchos corazones exhaustos,
inspirándoles, pues, para buscar más luz.
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