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Foto del escritorAmenhotep VII

CUANDO DE PRONTO LOS CERROJOS DEL CREPÚSCULO - dylan thomas



Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo

ya no encerraron el largo gusano de mi dedo

ni maldijeron al mar enroscado en mi puño,

la boca del tiempo sorbió como una esponja

el ácido lechoso en cada gozne

y se tragó los líquidos del pecho hasta secarlo.


Cuando el mar de galaxia fue sorbido

y liberado todo el lecho seco del mar,

envié a mi criatura para explorar el globo,

el mismo globo de pelos y osamenta

que cosido a mí mismo por mi mente y mis nervios,

mi frasco de materia ligara a su costilla.


Mis fusibles calcularon el tiempo para impulsar su corazón,

él estalló, hecho polvo, hacia la luz

y celebró con el sol un pequeño sabático,

pero cuando los astros asumiendo su forma

dibujaron las briznas del sueño en sus ojos,

ahogó dentro de un sueño las magias de su padre.


Todo surgió armado de la tumba

el cáncer pelirrojo, vivo aún,

los ojos velados de cataratas con sus turbios tejidos;

algunos muertos deshicieron sus quijadas tupidas,

y hubo bolsas de sangre que soltaron sus moscas;

él supo de memoria el sendero de cruces funerarias.


El sueño navega las mareas del tiempo;

el áspero sargazo de la tumba

entrega a sus muertos en este mar tan laborioso;

y el sueño mudo rueda por los lechos

donde las sombras comen el alimento de los peces

y a través de las flores, emergen hacia el cielo.


Cuando de pronto giraron las tuercas del crepúsculo,

y la leche materna fue dura como arena,

envié a mi propio embajador hacia la luz;

por truco o por azar él se durmió

y por arte de magia se armó de una osamenta

para robarme los fluidos en su corazón.


Despierta, mi durmiente, hacia el sol,

trabajador en la mañana pueblerina

y deja a este soñoliento en el sitio en que yace;

han caído los cercos de la luz,

sólo quedan en pie los jinetes más diestros,

y hay mundos que cuelgan de los árboles.

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