Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque El
estará en todas las regiones, en lo más dulce de todos los países, en el
límite indeciso de todos los horizontes.
Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la
diaria tragedia, Él llena de júbilo el universo.
Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder
y todas las fuerzas del cosmos serían impotentes para quitarte tu heredad.
Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá
acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más elevado. Si amas
a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque le llevas a Él, que es la clave
y resolución de todos.
Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y
la muerte, porque en El estás y El permanece incólume a través de todos los
cambios.
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