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Foto del escritorAmenhotep VII

A LA PRIMAVERA - Friedrich Hölderlin



Vi marchitas mis mejillas y caduca la fuerza de mis brazos,


¡corazón mío! Aún no envejeces. Igual que Diana a su amante,


la dicha, hija del cielo, te despierta del sueño.


Amanece conmigo hacia una nueva juventud ardiente


mi hermana, la dulce naturaleza, y mis amados


valles me sonríen, y mis más queridos bosques


llenos de joviales cantos de pájaros y brisas graciosas


me gritan de puro gusto cordiales saludos.


A ti que rejuveneces corazones y campos, santa primavera,


¡salve! Primogénita del tiempo, reparadora primavera,


primogénita en el seno del tiempo, poderosa,


¡salve a ti! rotas las cadenas, te entona el río cantos festivos


que hacen temblar la ribera. Nosotros los jóvenes, dando traspiés,


nos lanzamos allá donde el río te festeja, mostramos el ardiente pecho,


oh favorable, a tu aliento amoroso, y nos precipitamos


en la corriente y clamamos con ella, y te llamamos hermana.


¡Hermana! Cómo baila toda tu tierra


con infinito amor, y se alza hasta el éter sonriente


en incontable dicha, desde los valles elíseos,


y tú con la varita mágica te acercas, hija del cielo.


¿No vimos con qué amor saluda a su amante orgulloso


el día sagrado, cuando, arrogante tras vencer a las sombras,


arde sobre las montañas, y cuando tiernamente pudorosa


bajo el velo del aire argénteo, mira hacia arriba en dulce espera,


hasta que arde por él, y sus hijos serenos,


todos, flores y bosques, y sembrados, y viñas que verdeguean.


Ahora duerme, duerme con tus hijos serenos,


¡madre Tierra! Pues hace tiempo que Helios condujo


al establo sus corceles fogosos, y los benévolos héroes del cielo,


Perseo por ahí y Hércules por allá, pasan en callado


amor, y quedamente murmura el aliento de la noche


al acariciar tu alegre sembrado, y los lejanos arroyos cantores


sisean cantos de cuna.

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